La colonizacón galesa puede considerarse una de las más interesantes protagonizadas por inmigrantes europeos en el territorio argentino. Los galeses, inspirados en la idea de conservar su cultura, se aventuraban a buscar su destino en tierras tan distantes como duras.
El pueblo galés, de origen celta, posee una tradición resultante del sincretismo de tradiciones paganas y cristianas. Su cultura se expresa particularmente en el canto coral, la lengua y la asamblea comunitaria para la toma de decisiones que se plasma en un verdadero sentido del cooperativismo, que se evidentemente se plasmó en su gesta colonizadora.
En 1860, el gobierno argentino, representando por Guillermo Rawson, ministro de Interior de Bartolomé Mitre, entra en contacto con Lewis Jones y Sir Parry, para promover la llegada de los colonos galeses a tierras australes. Y aunque la iniciativa tuvo alguna oposición por parte de ciertos sectores argentinos, el proceso de inmigración se puso en marcha.
Tanto en EEUU, como en Australia y Francia, diferentes grupos de galeses apoyaron la idea de poblar la patagonia, y fueron finalmente los conflictos con la corona británica los que aceleraron el proceso.
Finalmente, el 28 de julio de 1865, desembarcaron el Puerto Madryn 153 galeses. Llegaron en un barco del tipo goleta llamado "La Mimosa" al mando de su capitán Michael Jones. Los primeros inmigrantes que arribaron eran personas muy pobres de origen urbano, que además desconocían el medio agropecuario. Los recién llegados sufrieron muchas pérdidas humanas y materiales mientras esperaban un traslado al valle del río Chubut. Los primeros tiempos fueron sin duda muy duros. El gobierno argentino a veces mandaba subsidios y otras mercaderías, pero en rigor, no había un plan. Lograr la explotación agropecuaria fue complicado, porque en efecto, se desconocía cual era el potencial de las tierras, que cultivos eran posibles, y cuales no. En este contexto, algunos colonos eligieron trasladarse a otros destinos, aunque el núcleo del grupo decidió permanecer intentándolo. Al cabo de unos años, los galeses patagónicos finalmente se arraigaron. Primero poblaron Rawson y luego construyeron chacras en las cercanías.
Vista Satelital actual de la Ciudad de Puerto Madryn, Provincia del Chubut
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Latitud: 42°45'33.06"S
Longitud: 65° 2'42.44"W
La relación que los colonos establecieron con los tehuelches fue amistosa. No era improbable que los indios establecieran tolderías en las proximidades. De los tehuelches, los galeses aprendieron a cazar y el intercambio comercial fue importante: cueros, plumas de ñandú en trueque por pan y otros alimentos elaborados.
Hacia 1874 fue madurando el movimiento colonizador con la llegada de un nuevo grupo en 1874. Inmigrantes galeses provenientes de EEUU y Gales, más instruidos y con conocimientos agropecuarios, fueron un componente decisivo para afianzar la presencia galesa en la patagonia.
La población galesa se regía por una suerte de constitución local, el Consejo (autoridad política judicial acordada en Gales antes de emigrar) que dictaba las leyes por las cuales se regía la comunidad, ejercía funciones de policía y administraba justicia. Los conflictos comenzaron cuando el gobierno argentino impuso autoridades nacionales, entre ellos maestros que tenían la misión de enseñar castellano. Pero luego de algún tiempo, con la creación del municipio de Gaiman fueron regularizándose las relaciones.
El trigo, la cebada y la alfalfa fueron fortaleciendo la economía regional. También garbanzos, hortalizas, la producción láctea y la explotación ovina fueron ganando importancia. La fundación de la compañía Mercantil fue una clara expresión del espíritu cooperativo de los colonos, a través de la cual satisfacían los servicios de flete marítimo. La moneda de curso legal comenzó a circular en 1875 y el ferrocarril, un hito central en el progreso de la zona. La expansión galesa continuó sobre las localidad de Sarmiento, Trevelin y Esquel.
El progreso regional y el proceso de integración de la comunidad, lejos generar una pérdida de la identidad, ha sobrevivido a partir de diferentes expresiones, para ello, basta una breve recorrida por las ciudades de Gaiman, o Treveli. La gastronomía regional, se viste de gala para el te galés, merienda abundante en delicias reposteras, o la torta negra galesa, de inconfundible sabor y memorable por su larga duración, son sin duda evidencias de la identidad galesa que ha sabido adaptarse además a la curiosidad del turista.
Pero sin duda, la más emblemática de todas estas tradiciones es la festival de Eisteddfod. La colonia galesa solía reunirse desde tiempos memorables en un certamen en donde la música y la poesía adquieren los papeles protagónicos.
Este evento, llamado Eisteddfod, se popularizó en Gales a mediados del siglo XIX, al tiempo que los galeses se instalaban en el Chubut, con lo cual, continuaron con la costumbre. Pero el origen de la tradición se remonta mucho más atrás en el tiempo, probablemente vinculado a ceremonias presidas por los druidas, sacerdotes de los antiguos celtas en épocas paganas. En rigor, Eisteddfod deriva del galés “eistedd” que significa “sentar”: durante éstas fiestas, las personas permanecen sentadas, siendo el trofeo del ganador, una silla de roble.
El primer Eisteddfod celebrado en la patagonia argentina se realizó en Rawson a fines de 1865, pero sólo desde 1880 se realizan organizadamente y con alguna periodicidad. El idioma castellano se incorporó a partir de la década del 30, abriéndose esta festividad nacional a toda la comunidad. Desde 1965 se celebran anualmente e incluyen variadas manifestaciones artísticas. El centro del espectáculo es sin duda, el sillón bárdico para el ganador del certamen en la categoría poesía en galés y la corona del Eisteddfod para la poesía en castellano y para los coros y solistas. El amor por la música y la poesía, refleja cómo los herederos de los primeros colonos son sin duda vivo testimonio de su estirpe celta.