Existieron desde fines del siglo XVIII, intereses geopolíticos por controlar la región patagónica. El jesuita Falkner, lo enunció muy claramente: “si laguna nación pensara apropiado poblar este país, ello podría ser causa de perpetua alarma para los españoles”. Sembrada esta preocupación desde tierras británicas, España decidió protegerse: en 1789 se fundaron los puertos de San Julián en Santa Cruz, San José, en el Chubut y Patagones-Viedma.
Pero no habría otra ambición territorial explícta hasta 1858, cuando tuvo lugar la extravagante aventura de un escribano francés, Orellie Antonie de Tounens que se autoproclamó monarca del pueblo mapuche.
Orellie Antonie de Tounens había leído “La Araucana” de Ercilla, y probablemente motivado por el espíritu épico y el deseo de aventura sintió la necesidad de buscar su destino (y liderazgo) en la exótica patagonia.
Por aquellos años, muchas de las tierras australes estaban aún bajo control indígena, resistiendo no con poca dificultad a la presión del ejercito argentino en oriente y el chileno en occidente. Por ello, cuando Orellie, de 33 años, llegó a Chile, entró en contacto con varios loncos (caciques) mapuches en plena resistencia, y negoció con ellos una alianza: el 17 de noviembre de 1860, fundaron una monarquía constitucional y Orellie, autoproclamado rey de Araucania, sería el blanco que ayudaría a los mapuches a independizarse. Más tarde, anexaría a su reino a las tierras occidentales, basado en el supuesto de que todos los aborígenes querrían adherirse a su proyecto. Finalmente, le declaró la guerra al ejército chileno aún careciendo de recursos que le permitieran defender sus pretensiones territoriales. Las autoridades chilenas lo enviaron a un manicomio en Santiago. Luego fue rescatado por el cónsul francés.
Una década más tarde, Orellie regresó a Chile para recuperar su reino. Es posible que hubiera reunido algunos adeptos expansionistas en Francia, pero aparentemente nunca los suficientes como para llevar adelante semejante empresa. Contó con el apoyo de los loncos Lemunao y Reuquecura, que lo ayudaron a llegar a través del paso Llaima, frente a Moquehue hasta Quilapan, cerca de Melipeuco. Nunca llegaron las armas y la artillería de Napoleón III, como se esperaba... y otra vez, Orellie fue finalmente arrestado por el ejercito chileno. De todas formas, lograría escapar con el auxilio de Calfucurá luego de lo cual, regresaría a Francia.
En 1874 trataría otra vez de llegar a Chile, pero sería deportado desde Argentina. Del cuarto y último viaje, terminaría regresando muy enfermo para morir en Tourtoirac en 1878.
Es curioso que un pariente de Orellie, Gustave Achille Laviarde, autoconsiderado heredero del reino, hubo concedido títulos y territorios en la patagonia, aún sin nunca haber pisado sus propios dominios. En 1989, Philippe Boiry, un descendiente en línea directa de Achille, visitó por primera vez aquel que hubiera podido ser su reino patagónico.